A Montse Ginés le gustaba mucho bailar, pero tuvo que dejar de hacerlo. Al igual que su trabajo, salir, viajar y llevar una vida tan activa. “Empezaba a tener dolores, pero no sabía lo que me ocurría”, recuerda. Hace doce años que le diagnosticaron artritis psoriásica, una enfermedad desconocida para ella. “La experiencia del diagnóstico en cualquier enfermedad crónica es muy dura”, afirma con entereza. De inmediato, Montse tuvo que lidiar con un torrente de emociones y afrontar su particular duelo debido al cambio vital que estaba experimentando. “Vives toda una fase de mucho miedo porque no sabes qué te ocurre. Cuando te dan el diagnóstico hay frustración y es un momento complicado”, admite.

Ella no tenía psoriasis y por eso le resultó tan chocante que le diagnosticaran artritis psoriásica. “Primero tuve la artritis y luego me aparecieron las primeras placas de psoriasis. Ahora soy muy consciente de que la psoriasis es algo más que una enfermedad de la piel”, cuenta Montse, que además de paciente es vicepresidenta de la entidad Acción Psoriasis. De hecho, el caso de Montse no es el más habitual, ya que en la mayor parte de los pacientes la psoriasis aparece antes que la artritis.

“La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se relaciona con otras patologías con morbilidades muy importantes como es el caso de la artritis”, explica el doctor Pablo de la Cueva, jefe del servicio de Dermatología del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid. “La psoriasis se manifiesta con placas rojas descamativas que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo -codos, rodillas y cuero cabelludo o bien tener alteradas las uñas-, mientras que la artritis que se puede asociar, aparece en una o varias articulaciones. Por eso tenemos que estar atentos para ver si nuestros pacientes la tienen”, comenta el doctor De la Cueva. Y cualquier afectado debe estar preparado para afrontar una nueva realidad.

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Fuente: La Vanguardia