La psoriasis es una enfermedad inflamatoria de la piel de base inmunológica que produce, en su forma más habitual, lesiones en forma de placas eritematosas y descamativas. Según recientes estimaciones, entre un 30% y un 40% de quienes padecen psoriasis desarrollan inflamación en las articulaciones.
Según explica a Infosalus el doctor Rubén Queiro, reumatólogo del Hospital Universitario Central de Asturias en Oviedo, la artritis es una manifestación más de lo que se denomina enfermedad psoriásica. Con este término se abarca la manifestación más frecuente que es la psoriasis cutánea, pero también el cuadro articular o artritis que se desarrolla con el paso de los años en muchos pacientes, así como la comorbilidad cardiovascular que puede llegar a reducir la esperanza de vida de estos pacientes.
En cuanto a sus diferencias con otras clases de artritis crónicas, considerando como la más paradigmática la artritis reumatoide, que es una poliartritis simétrica aditiva con predilección por manos y pies, la artritis psoriásica es una artritis de expresión muy variable.
La afectación en las articulaciones que ocasiona la enfermedad psoriásica puede emplazarse en una o varias localizaciones a la vez, ocasionar la hinchazón de un dedo (dactilitis) o alcanzar a las articulaciones interfalángicas distales de manos y pies, y en ocasiones llegar a tener un carácter destructivo y mutilante.
Se reconocen dos tipos de psoriasis según su aparición en una u otra etapa de la vida. La psoriasis de tipo I aparece pronto, en la segunda o tercera década de la vida y tiene una importante carga hereditaria asociada al gen HLA-Cw6. En promedio, unos diez años tras su aparición es cuando aparece también la artritis, hacia los 35-45 años. En la psoriasis tipo II, la enfermedad cutánea se presenta después de los 40-45 años y la artritis también es en consecuencia más tardía.
El doctor Queiro, responsable de grupos de trabajo y publicaciones de la Junta directiva de la Sociedad Española de Reumatología (SER), apunta que los datos epidemiológicos sobre la psoriasis y la artritis psoriásica no establecen diferencias entre los géneros, aunque en los últimos años parece crecer en incidencia y prevalencia entre el genero masculino, en el que parece algo más común una forma de artritis psoriásica similar a la espondilitis anquilosante y que afecta por tanto a las articulaciones sacroilíacas, y otras áreas del esqueleto axial.
También entre los datos epidemiológicos se observan algunas características de la enfermedad cutánea que se asocian en cierta medida con la aparición de la artritis psoriásica como que quienes padecen psoriasis en las uñas, el cuero cabelludo o los pliegues inguinales o interglúteos, tienen más riesgo de artritis, igual que cuando existen más de tres áreas del cuerpo afectadas por las lesiones cutáneas.
Sin embargo, que existan pocas lesiones en la piel no parece que tenga relación con la severidad o con el propio desarrollo de la artritis psoriásica.
Estilo de vida, prevención y artritis psoriásica
Ante la posibilidad de que la práctica del deporte u otras formas de sobrecarga articular puedan estar en el origen de ciertas formas de artritis psoriásica (parece que un 15% de los casos de artritis psoriásica que se presentan por primera vez lo hace como consecuencia de un traumatismo más o menos directo a las articulaciones), el doctor señala que un estilo de vida sana más la práctica del deporte supera en beneficios los posibles riesgos de sufrir pequeños traumatismos al correr o sobrecargar las articulaciones.
“Esto no quiere decir que el mensaje sea no practicar deporte ya que la obesidad es un factor de riesgo de la artritis psoriásica junto con el tabaquismo, otro de los factores de riesgo que aumentan el riesgo de desarrollarla”, señala el especialista.
La variabilidad en la expresión de la artritis psoriásica lleva a que su evolución dependa, entre otras cosas, de cómo se presente, así si la enfermedad afecta a una sola articulación, seguramente el tratamiento será exitoso y no complejo.
No obstante, cuando se afectan varias articulaciones en muchos casos se precisará del uso crónico de los llamados fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME), bien sean los clásicos como el metotrexato y/o los más modernos fármacos biológicos. En todo caso, hay que resaltar que la necesidad de tratamientos prolongados, no significa de por vida pero sí la asistencia durante ese tiempo por un reumatólogo con experiencia en esta patología
Aunque el origen de la enfermedad psoriásica es poligenético, en los últimos años se ha resaltado la importancia de dos grandes marcadores genéticos de la enfermedad: HLA-Cw6 (afectación cutánea) y HLA-B27 (marcador del riesgo de artritis).
Fuente: LNE