Tomado de NASS Guidebook

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¿Qué es la espondilitis anquilosante?   La espondilitis anquilosante es una forma de inflamación de las articulaciones que afecta de forma primordial a la columna vertebral. Su nombre, deriva de dos vocablos griegos que definen muy bien las ca­racterísticas de esta enfermedad: “espondilos” que significa vértebra y “anquilos” que hace referencia a la soldadura y fusión que ocasionalmente se produce entre las mismas como consecuencia final de la inflamación. El añadido “itis” significa que el proceso tiene como base la inflamación de las articulaciones de la columna vertebral.

¿Qué son las espondiloartritis?  Son un grupo de enfermedades reumáticas que se caracterizan porque las causas que las producen y sus síntomas son muy parecidos entre ellas. El prototipo o enfermedad más conocida es la espondilitis anquilosante que hoy en día también se denomina espondiloartritis axial.

 ¿Cuáles son las causas que la producen? El mecanismo por el cual se produce la enfer­medad no está aún totalmente claro. Hay una fuerte asociación entre espondilitis anquilosante y un gen denominado HLA B27, que está presente en el 90% de los pacientes. En España, este gen lo presenta el 6- 8% de la población general, pero sólo 1 de cada 20 personas desarrollará la enfermedad. Esto significa que este gen por si sólo no causa la enfermedad, pero contribuye a ella.  

Consejo Genético El riesgo de padecer alguna de las formas de espon­diloartritis es algo mayor si un miembro de la familia (padre o hermanos) tiene la enfermedad. La probabilidad de los hijos de padecer la enfermedad si además tienen un HLA-B27 positivo es baja (aproximadamente un 10 a 30%), siendo lo más probable que nunca desarrollen la enfermedad. Por este motivo, no es preciso determinar el HLA-B27 a todos los hijos de un paciente con espondiloartritis, sino sólo a los que presenten síntomas inflamatorios en la columna vertebral o en las articulaciones.

¿Cuáles son los síntomas? La espondiloartritis suele iniciarse a una edad joven, especialmente en varones entre los veinte y los treinta años. En algunos casos, pueden comenzar ya en la infancia o en la adolescencia y afectar a las muje­res, aunque en éstas  suele ser más leve. El dolor de los pacientes con espondiloartritis en la columna es “de tipo inflamatorio”. Suele ser más intenso por la noche y con frecuencia despierta al pa­ciente de madrugada, a las 4 o 5 horas de estar acostado. Al levantarse por la mañana la rigidez de la espalda es importante y tarda tiempo, a veces algunas horas, en disminuir. Esta rigidez matutina mejora con el ejercicio y tiende a re­ducirse a lo largo del día. El dolor suele locali­zarse en la parte central de la columna o en la parte baja (dolor lumbar). Un síntoma muy característico de las espondi­loartritis es la inflamación de las articulaciones sacroiliacas o sacroilitis. Estas articulaciones, situadas en ambas nalgas, suelen inflamarse sobre todo en el inicio de la enfermedad causando un dolor intenso que a veces se irra­dia por la parte posterior de una o ambas pier­nas y que puede hacer pensar, de forma errónea, que se trata de una ciática. Posteriormente, la inflamación puede extenderse a la facetas articulares  de otras articulaciones  existentes entre las vértebras, con tendencia a la fusión entre ellas  por medio de puentes óseos, dando lugar a lo que se denomina “columna en caña de bambú”. Esta situación ocurre en fases muy avanzadas de la enfermedad y conduce a la pérdida definitiva de la movilidad del tronco. Las espondiloartritis  pueden no comenzar en la columna lumbar, sino  con inflamación de una o varias articulaciones de las extremidades, generalmente inferiores (rodillas o tobillos). Otras veces, el dolor se produce por la inflamación de zonas del esqueleto donde se fijan los ligamentos y los tendones a los huesos (dolor de talón, tendón de Aquiles, tórax, etc.).

Articulación Sacroiliaca

Articulación Sacroiliaca

Además de los síntomas vertebra­les y articulares, ¿pueden existir otras manifestaciones?   Aunque las manifestaciones de la columna ver­tebral y de las articulaciones son las más frecuentes y características, hay que tener en cuenta que las espondiloartritis se encuentran asociadas con otras enfermedades inflamatorias, como la enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn y colitis ulce­rosa), la psoriasis o las uveítis. En muchos ca­sos, estas manifestaciones pueden preceder en meses o años a la presentación de los síntomas osteoarticulares.  

¿Cómo se diagnostica?   Habitualmente el diagnóstico se sospecha en base a los sínto­mas y a las complicaciones que hemos referi­do con anterioridad, pero para su confirmación suele ser necesario la ayuda de otras pruebas diagnósticas, especialmente de las radiografías. Las radiografías de la columna y de las sacroiliacas permiten observar la exis­tencia de lesiones típicas en las vértebras y ar­ticulaciones sacroiliacas, lo que permite confir­mar el diagnóstico de espondilitis anquilosante. Sin embargo, no siempre es fácil observar estos signos de sacroilitis radiográfica y además, lo habitual es que estas lesiones en las radiogra­fías no aparezcan hasta que pasan varios años desde que se inició la enfermedad. En formas precoces de la enfermedad la única forma de llegar al diagnóstico es valorar, junto a la existencia de las manifesta­ciones clínicas, la presencia de lesiones inflamato­rias en las sacroiliacas mediante técnicas como la resonancia magnética nuclear (RMN) o la existencia del antígeno HLA-B27 positivo. El HLA-B27 es una prueba que, cuando es positiva, apoya el diagnóstico en pacientes que además ya presentan otros datos sugestivos de pade­cer una espondiloartritis. Sin embargo, que esta prueba sea positiva en ausencia de otros datos, tiene poco valor diagnóstico, ya que es un an­tígeno que también está presente en personas sanas que nunca van a padecer la enfermedad.

Tratamiento de la  espondilitis anquilosante   Actualmente no existe ningún tratamiento ca­paz de curar definitivamente la enfermedad. Sin embargo, sí existen una serie de medicamentos eficaces y técnicas de rehabilitación que alivian el dolor y permiten una buena movilidad, con el objetivo de lograr una buena calidad de vida. La cirugía contribuye poco al tratamiento de la espondilitis anquilosante. Puede ser necesaria la intervención quirúrgica sobre articulaciones muy dañadas que tengan una movilidad muy escasa (fundamentalmente la cadera).

1- ¿Cuáles son las opciones de trata­miento farmacológico?

  • Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) Son el tratamiento de elección especialmente en las fases iniciales de la enfermedad.
  • Las Terapias Biológicas En los pacientes con afectación del esqueleto axial en los que, a pesar de probar varios AINEs, la enfermedad continúa con síntomas y actividad inflamatoria importante, o en aquellos pacientes en los que está contraindicado el uso de AINEs, está indicado el tratamiento con terapias biológicas. En la actualidad algunas de las terapias biológicas aprobadas para el tratamiento de las espondiloartritis son las que bloquean el TNF (Factor de Necrosis Tumoral). Desde hace quince años están disponibles medicamentos biológicos que, al bloquear esta molécula, consiguen controlar la inflamación y mejorar de una forma importante los síntomas y complicaciones que causa la enfermedad. Hay varios fármacos anti-TNF disponibles con un nivel de seguridad y grado de eficacia respecto al control de la inflamación, el dolor o la mejoría de la calidad de vida similar entre ellos. Recientemente ha sido comercializado, para el manejo de los pacientes con espondiloartritis, un fármaco biológico que bloquea la interleukina-17, una proteína inflamatoria. En general, los beneficios que proporcionan las terapias biológicas superan a los potenciales efectos adversos y han supuesto un avance muy impor­tante en el tratamiento de estas enfermedades.

2- Tratamiento no farmacológico  La piedra angular del tratamiento no farmacológico de pacientes con EA es la educación del paciente y el ejercicio, ya sea en casa, o supervisado. La práctica deportiva que permita la extensión de la espalda y que mantenga la movilidad de los hombros y caderas es muy recomendable. La nata­ción es muy beneficiosa ya que todos los músculos y articulaciones se ejercitan en un entorno libre de gravedad. Las asociaciones de pacientes y los grupos de autoayuda también pueden ser útiles. ¿

Cuál es la evolución de los pacientes que tienen espondilitis? Hoy en día, la espondilitis anquilosante no constituye una enfermedad grave debido, principalmente, a que cada vez se diagnostica antes y a que se dispone de fármacos eficaces. Adelantar el inicio del tratamien­to con medicamentos y rehabilitación, evita que la enfermedad progrese hasta llegar a que se suelden todas las vértebras o “anquilosar” la columna, con la consiguiente pérdida de movilidad.